Dauphine
1093, R8 y R12: los tres llevan grabados en sus motores la ‘G’ de
Gordini y sus franjas azules o blancas los delataban. Pero así como
el R8G fué admirado y buscado en nuestro país, el R12G no suscitó
especial interés.
El
R12 Gordini parte
de la base de una berlina de gran serie, un turismo de más de cuatro
metros, amplio, con capacidad para cinco personas, buen maletero y…
tracción delantera, y con esas premisas de vehículo familiar, el
espiritu deportivo quedaba un tanto diluido.
Con
ello y con todo, la sociedad Renault-Amédée Gordini realizó un
trabajo profundo y logró hacer bailar a esta gran berlina. La
pieza clave sería, cómo no, el motor. El ingeniero italo-francés
eligió el 1.600 del R16 TS, con cuatro cilindros en línea y camisas
húmedas y removibles, bloque de aluminio y culata de aleación
ligera que cubicaba 1,585 c,c, y le endosó dos Weber dobles de 45,
filtro de aire seco y respiración de carter, afinó aquí y allá y
logró que subiese su rendimiento hasta los 125 CV (113 en otras
fichas) SAE a 6.250 rpm. Como dato comparativo, el mejor de los R12
de FASA –el TS 1.400- desarrollaba 70 CV. El resto del proceso de
‘gordinización’ se centró en montar un embrague reforzado,
frenos de discos ventilados –delante- y llantas de 5,5 pulgadas de
garganta, rebajar las suspensiones y aligerar peso lo máximo posible
(980 kilos), llegaba a alcanzar los 185 km/h. Y como la mayoría fue
destinada a la Copa de circuitos, la Régie los suministraba ya con
jaula antivuelco y asientos deportivos. Listos para correr. El R12G
suena y corre de verdad.
Los
frenos ventilados en el tren delantero obran el milagro de pararlo en
distancia y forma. Pero
a diferencia de sus dos parientes más veteranos, el Dauphine y el
R8, a éste no le van los tramos ratoneros. En ellos saca a relucir
su ‘cabezonería’ a no entrar limpio en las curvas. El tren
delantero gana protagonismo y hay que conducirlo siempre al ataque,
es decir, jugar con las transferencias de masas, balancearlo y
tirarlo en el momento justo. El trabajo con el volante es más
intenso, y más pesado. Afortunadamente,
las
suspensiones lo convierten en una tabla bastante firme, estable
y menos torpón de lo que pensaba a priori. Se nota que los
circuitos rápidos como Magny Course son su hábitat. Sin
embargo, en rallyes, ni siquiera la experiencia y las manos de un
especialista como Jean Ragnotti, nacido al amparo de la marca del
rombo, logró pasar del décimo quinto puesto en la única
participación oficial del R12G en el Rallye de Montecarlo.
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